Polo Montañez - el guajiro natural que hizo historia

Por Rafael Lam
El fallecido cantor de Pinar del Río Polo Montañez, el 5 de junio debió haber cumplido 60 años. Falleció, en la cúspide de la popularidad el 26 de noviembre del 2002, sus canciones siguen escuchándose constantemente como ejemplo de la música campesina.

Solamente dos años estuvo en el Hit Parade musical, ese tiempo bastó para quedar en la memoria musical de Cuba. La manera en que se introdujo en el mercado internacional es digna de contarse:

“Un buen día, en 1996, pasa por la Comunidad Las Terrazas, el presidente de la disquera Lusáfrica, José da Silva. José da Silva, se convirtió en mi salvador, me iluminó. Recuerdo que cuando tocaba ante él se me rompe una cuerda de mi vieja guitarra rusa, y yo continué como si nada ocurriera. Eso le llamó la atención a José, en la carátula del disco está la foto de la guitarra sin la cuerda”.

¿Después qué pasó?, pasó lo que tenía que pasar. El primer disco Guajiro natural, se graba en octubre de 1999 en los estudios Abdala, aparece en el 2000, después de hacer una maqueta con más de 20 canciones.

“Cuando Polo fue a cantar –recuerda Amauris Romero Borrego-, pidió que le apagaran la luz de la cabina, de tal modo que nadie viera los gestos que hacía. Tenía cosas así, le venían de pronto”.

A finales del 2000 Lusáfrica negocia el disco a la compañía MTM de Colombia. A finales de marzo del 2001 comienza su promoción, viajan a Colombia del 27 de marzo al 8 de abril, tocan en ciudades como Bogotá, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta.

El disquero parece que tenía luz larga y lo sitúa en los escenarios de Francia, Holanda, Portugal y América Latina. De repente Polo, acostumbrado a cantar íntimamente ante unas cuantas personas, ahora se enfrentaba ante cien mil espectadores, muchos de ellos con banderas cubanas. “Salir de atrás de una mata de mango y de pronto caer en París –decía el cantor a Idania Machado–. Como campesino que soy, siempre me moría de timidez ante el público, pero en el arte hay que meter el pecho o quedas en el camino y hoy día como mejor me siento es con mucho público”.

El éxito de Polo tuvo que ver con en el gran renacimiento del son y la trova tradicional en Europa. En aquellos tiempos no interesaba la música de “lujo” (de ornamentación) y se buscaba lo rústico, lo auténtico, lo genuino. “Mis canciones son hechas con el corazón. Las letras dicen algo… Es como si fuera saliendo del alma lo que vivo. Si me llega la inspiración no necesito escribir nada ni coger la guitarra porque así no me veo obligado a seguir una melodía. Canto a capella, todo de memoria. Nunca escribo, hasta que no está hecha la canción”.

La más popular canción de Polo, “Un montón de estrellas”, fue grabada en versión por el estelar salsero, Gilberto Santa Rosa. La composición, posiblemente escrita en 1999, fue dedicada a Loida Booser, una de sus esposas. También le llaman a esa canción: El idiota, “Porque yo en el amor soy un idiota/ que ha tenido mil derrotas/”. Posiblemente esa sinceridad –propia de los tangueros sufridos- fue el toque de sinceridad que agarró a los oyentes, en una época de tanta especulación.

“Guajiro natural” es la canción autobiográfica, donde expone que es un guajiro normal/ que viene del monte cimarrón/ sé cuál es mi posición/ yo sé cuál es mi lugar/. Aunque yo sea guajiro natural/ no te equivoques/ Vengo de la yunta de buey/ puedo montar un avión/ si me tengo que montar/ siempre voy a regresar/ conmigo no han confusión/”.

Esta canción nos recuerda a la tesis de Alejo Carpentier que veía en la gente de campo con una cultura natural, “ellos sobreviven donde ningún intelectual puede hacerlo en el campo. Saben cómo conseguir los alimentos, cómo hacer la caza y cómo vivir en armonía con la naturaleza”, decía el novelista cubano.

Para conocer de la vida de Polo, a través de su biografía, escrita por Fernando Díaz, reproduzco algunas de sus costumbres: Su comida preferida era la carne de jutía, el cerdo asado, las verduras, le encantaba la sopa de chícharo y los ajiacos. Era algo muy especial comer parado, en calzoncillo o descalzo, al lado del fogón. Tomaba café y vino blanco para calentarse la voz. Los protocolos le alteraban. Era simpático y cuentero, no sabía bailar.

Su última composición “La última canción” fue premonitoria: “La última canción que se me ocurra debe ser/ creo que debe ser romántica/ una canción sentimental que lleve tanto amor/ que bañe el corazón de lágrimas./ El último minuto de mi vida debe ser/ creo que debe ser romántico/ donde pueda decir la única verdad/ de amor, de desamor y desengaño/”.

En el siglo XXI, Marc Antohny incluyó en el 2014, en su disco “3.0”, una canción de Polo Montañez titulada “Flor pálida”.